El que los niños y adolescentes varones reciban de igual manera información sobre el ciclo menstrual es un elemento que parece obviarse u omitirse en una búsqueda por mejorar la calidad de vida de las niñas y adolescentes así como de incrementar el acceso de las mismas a una menstruación digna. Si fuiste niña de los noventas o dos miles seguramente recuerdas esa sensación constante de temor de que se te manchara la ropa en la escuela o la adrenalina de que se viera que estabas llevando una toalla menstrual contigo al baño. Y es que desde que la plática se hacia sin ellos en el salón ya iba sembrando esa aura de secretismo sobre lo que iba ocurrir en tu cuerpo y por ende el completo desconocimiento de ellos con respecto del tema de la menstruación.
No era de extrañar que si a alguna niña llegaba a tener alguna mancha en la ropa por la regla estando en la escuela los niños estallaran en la risa y en la burla hacia ella y que por ende las demás interiorizaran que esa era la reacción normalizada y aceptada. Sobra decir que casi ninguna maestra o maestro de ese tiempo intervenía para sensibilizar a los niños varones y decirles a las niñas que era algo normal que no había mayor problema y que no había razón para sentirse mal ¡Qué digo si todavía me tocó ver que en la secundaria o preparatoria que se mandara a las adolescentes de regreso a casa si su ropa se manchaba por la regla! Como si fueran a contagiar a alguien de una enfermedad.
Sobra decir que este tipo de experiencia en la vida de las niñas y adolescentes las deja marcadas. El estigma y tabú sobre la menstruación se va construyendo con esas acciones. Acciones y actitudes que aprende la otra mitad de la población. Sólo recientemente me hice la pregunta ¿Si yo viera a alguien con una mancha de sangre en la ropa y no supiera el porqué cuál sería mi reacción? Mi respuesta fue: no me reiría me preocuparía e intentaría brindar ayuda. Ahí es donde debería aparecer la empatía, el poder ponerme en el lugar del otro. Es verdad que ante una situación desconocida o súbita aparece la risa como una forma de liberar la tensión. Pero en este caso en particular debemos hacer esfuerzos redoblados por pedir en las escuelas que se de el contenido sobre el ciclo menstrual a los niños y se les sensibilice sobre lo que podría ocurrir con alguna compañera y darles acciones concretas para hacer en esos momentos.
Afortunadamente cada día se pone más sobre la mesa el tema de una menstruación digna, desde las políticas públicas, el empuje de los grupos feministas, desde la preocupación de madres y padres por mejorar la experiencia de mundo de sus hijas e hijos. Dime ¿Viviste una menstruación desde el miedo a que se te notara? ¿Cómo ha sido tu proceso para reconectar desde el aprecio con tu ciclo? ¿Qué le dirías al respecto a los niños que tienes cerca?
Yarely Bracamontes Cetina
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