¿Has visto tu vulva? ¿La conoces? Esas preguntas las escuché o leí, ya no recuerdo bien, en algún lugar entre la secundaria y la preparatoria y debo decir que no había considerado para nada tomarme el tiempo para hacerlo. De hecho no usaron la palabra vulva en ese momento hablaban de vagina. No había tenido la curiosidad suficiente, pero a la luz del tiempo también me doy cuenta que no había sido lo suficientemente valiente ya que había visto y escuchado como los adultos a mi alrededor reaccionaban y decían cosas como “No te toques ahí “, “No hagas eso”, “No seas sucia”, “Cierra las piernas”. Con caras que iban desde el susto hasta el asco. Había interiorizado a tal grado esos mensajes que sabía que esa parte de mí no era como las demás ya que debía ocultarse, no tocarse, ni mirarse o en todo caso no mientras alguien estuviera cerca. Pensaba que tenía que haber algo peligroso y horrendo sobre ella para que hubiera tanto alboroto si de casualidad mi mano pasaba por ahí y ellos reaccionaran de esa manera.
Y debo decir que no fue hasta tiempo después que me animé a buscar un espejo y en el baño abrir mis piernas para conocer ese lugar tan misterioso. Y sí, tuve la sensación de estar traspasando una regla a escondidas por más inverosímil que me resulte ahora. Era mi cuerpo y, sin embargo, había una zona que había aprendido que me estaba negada y prohibida. Claro que conocía su textura y me daba idea sobre su forma mientras me bañaba pues había que limpiarla, pero el tomar consciencia de su apariencia, tamaño y partes era algo que sólo puedes dimensionar si la ves. Y claro que había visto los diagramas de mi libro de ciencias, pero como ya dije antes me parecían incomprensibles y hasta feos cuando los vi por primera vez.
Debo decir que mi principal motivación para conocer mi vulva era que si necesitaba ir al ginecólogo por alguna razón no sería capaz de decir si algo estaba fuera de lo normal. Y esa ausencia en mi capacidad de respuesta pudo más que lo que había interiorizado hasta ese momento. Y mi reacción fue ¡Wow! ¡Qué es esto! ¡Este es un mundo nuevo! ¡Mira todos esos pliegues, texturas y colores! Mi cuerpo mantenía la idea del diagrama que conocía, pero al mismo tiempo era bastante diferente. Y tuve la sensación de que me habían timado. Tiempo después también aprendí que todas las partes de mis órganos sexuales externos que aparecían en mi diagrama recibían el nombre de vulva, que la vagina es sólo el canal hacia mi útero, aprendí que tenía un clítoris, pude diferenciar los tres orificios que son uretra, entrada de la vagina y ano, por supuesto diferenciar un estado sano y normal de uno anormal y ya más recientemente que no hay un sólo tipo de vulva y que cada una es única y maravillosa.
Dime, ¿También recibiste esos mensajes mientras crecías sobre tu vulva?, ¿Cuándo la viste por primera vez?, ¿Qué te pareció?, ¿Qué relación tienes con ella?, ¿Tus parejas han apreciado esa parte de ti o han despertado inseguridades?, ¿Has podido dar un mensaje diferente a los pequeños y pequeñas que tienes cerca?
Yarely Bracamontes Cetina
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