A mis 32 años veo con una mirada de ternura la que fuera ´la charla´, mi charla. La idea de que en algún momento mis padres o al menos uno habrían de tener una charla conmigo sobre sexualidad llegó a mí por influencia de películas o programas de televisión en los noventas principios del dos mil. Aún no eran tiempos de internet y no tenía televisión por cable así que en parte estaba entre ansiosa de tenerla, con nervios también y pues con la pena normal que viene con la pubertad. Lo poco que sabía venía de mi libro de ciencias naturales, algún artículo en una revista o lo que pudiera escuchar de alguna plática de adultos. Que por cierto, los diagramas que tenían mi libro de la SEP, si bien eran correctos, me resultaban bastante incomprensibles y no creo haber sido la única que a pesar de ver no alcanzaba a entender, pero al mismo tiempo no quería preguntar a algún adulto.

Estaba en quinto año de primaria y una tarde mi madre me llamó y me pidió que trajera mi libro de ciencias. Pero había algo raro en el ambiente, había un aire de secretismo e incomodidad como pocas veces había visto. Mi madre había mandado a mis hermanos fuera de la sala lo que me resultó raro y me puso incómoda, en ese momento supe que íbamos a hablar de sexualidad. Ella estaba nerviosa, con pena y de lo poco que recuerdo es que teniendo eso como espejo las dudas que tenía se me esfumaron. Ella me preguntó que si sabía cómo tenían sexo las personas y le dije que sí. Y era verdad, pero más allá del acto mecánico de meter y sacar quería saber qué más había, pero no pude formular ninguna pregunta. Me pidió mi libro de texto para mostrarme el diagrama. Ella se veía tan incómoda que sólo quería que la plática terminara para romper ese ambiente. Todavía a día de hoy le cuesta tocar ciertos temas, nombrar ciertas cosas, pero sin duda ella avanzó en cuanto a lo que ella recibió de su propia madre y por lo que estoy muy agradecida.

A mi yo de 11 años le faltaron varias pláticas, le faltó la normalidad con que se debe hablar del cuerpo y de la sexualidad. Sin duda lo que se me dio de información supera por mucho lo que otros pudieron tener de mi generación. Sabía qué era la regla o menstruación y cargaba con una toalla sanitaria en mi mochila de la escuela desde que cumplí los diez, ya habrá su momento de hablar de la menarquía. Sin embargo, a día de hoy, varias décadas más tarde, veo como mis sobrinos y sobrinas están teniendo un contexto similar y no puedo creerlo. Ya hay materiales, libros, páginas web maravillosas, blogs, podcast y nada más no se da el salto.

Si pudieras estar a cargo de “la charla” con un humano pequeño en su andar por los sinuosos caminos de la sexualidad ¿Cómo te prepararías?, ¿Dónde tendrías esa charla?, ¿Sería más de una?, ¿De qué le hablarías?, ¿Con qué materiales llegarías para compartirle?

Yarely Bracamontes Cetina