Si eres de México, y no vives en una gran urbe, la idea de pagar a alguien para que cuide de tu retoño o dejarlo a cargo de un extraño resulta inconcebible, salvo casos muy excepcionales, pero esto es porque en México la red de apoyo familiar tiene un rol trascendental en nuestras vidas al momento de la crianza. Poco confiamos en los gobiernos y las instituciones para resolver problemas, pero podemos contar con la familia, casi siempre, es así cómo hemos podido accionar a lo largo del tiempo. Y ahí es cuando el rol de la abuela surge como un faro de luz en la tormenta de muchas familias. Y sí, el gobierno debería dar un mejor soporte para aquellas familias que no puedan tener el privilegio de esa red ya que muchas son las realidades de nuestro mundo.

Yo tuve la suerte de contar con mi abuela materna casi desde el día uno de nacida. Ella estuvo ahí para enseñar a los padres primerizos las tareas de cuidado, su casa era mi destino de cada sábado, de cada fiesta importante en el calendario y el lugar al que ir después de clases durante toda la primaria. Así que como resultado pasé muchas horas en su compañía escuchando sus historias e interiorizando su manera de ver y entender la vida. Siempre fue una persona de pocas palabras prefería comunicar a través de sus acciones. Siempre estaba en alguna industriosa actividad excepto en el sagrado momento de las telenovelas de la noche.

Dentro de las cosas que de ella aprendí relacionado con la sexualidad era que existía algo llamado pudor que en traducción era que el cuerpo desnudo de una mujer era algo que no debía ser expuesto o visto incluso por otras mujeres o niños. Era para mi un mensaje contradictorio ya que en mi casa podía bañarme con cualquiera de mis padres o con mis hermanas o hermano, primas o primos, claro hasta el momento en que ya no me resultó cómodo. También con ella supe que existían las miradas reprobatorias para las mujeres si usaban cierto tipo de ropa o trajes de baño. Que era normal y correcto hacer comentarios sobre el cuerpo de otras mujeres si este superaba las medidas de lo deseable y vanagloriarse si el propio cuerpo sí entraba en ese canon de belleza.

Las abuelas son un regalo maravilloso en la vida de cualquier niño o niña y si bien los padres se están preparando más, desarrollando nuevas habilidades y cuestionando valores y estándares previos, si la red de apoyo que rodea a los pequeños tiene mensajes contradictorios, el camino se vuelve confuso. Las abuelas, abuelos, las tías y tíos también deben de ser parte de la conversación sobre aquellos temas que necesitamos deconstruir. Y especialmente nuestro acercamiento a los temas relativos a la sexualidad son una piedra angular para cambios importantes en nuestra calidad de vida.

Dime, ¿Le has preguntado alguna vez a tu abuela algo relativo a la sexualidad?, ¿Cómo te fue con la experiencia?, ¿Sueles compartir con ella la información nueva de la que te enteras?, ¿Es una aliada en la crianza o dificulta el proceso?

Yarely Bracamontes Cetina