Parte importante de nuestra sexualidad es la relación que tenemos con nuestra cuerpa y muy especialmente el área de la vulva y el ano. Crecemos con el mensaje de: no te toques, no te veas, que no se noten, no explores esa parte de tu ser. Así que cuando la idea de tocarlos para limpiarlos se presenta entramos en conflicto. Dicha limpieza debe hacerse tan rápidamente, tan sin intención de comprender sus partes y sus sensaciones que nos perdemos un importante momento de autoconocimiento. A lo anterior hay que sumarle el tabo sobre la sangre y los excrementos, la imagen general es bastante desalentadora. De ahí que muchas mujeres no sepan identificar qué y cuántos orificios hay entre sus piernas aunque parezca broma, es una realidad.

Hace algunos años tuve la suerte de poder hacer una estancia de intercambio en China y poder experimentar de primera mano la que para mi era la solución perfecta para los sanitarios. Resulta ser que en Oriente el mueble que usamos en México, que es como una silla donde nos sentamos, sólo puedes encontrarlo en espacios especiales para occidentales tales como hoteles, zonas turísticas o dormitorios especiales en las universidades. El mueble de uso común por esa otra parte del mundo no está diseñada para sentarse sino para agacharse al momento de orinar o defecar, según sea el caso, en el espacio qué hay a nivel del suelo y que después de usar se presionaba un botón y se liberaba una descarga de agua. Yo siempre había pensando que el diseño de mueble que se usaba en México no era precisamente el ideal y ahí estaba yo, a miles de kilómetros, frente a lo que para mi era la solución. Nadie tocaba con su trasero el mismo espacio por lo tanto era más higiénico. Claro que para un cuerpo poco flexible el uso del baño oriental presenta un reto mayor.

China me brindó la posibilidad de comprender que a mismos problemas podrían haber distintas soluciones. Y ahora hace unas semanas Italia me brindó la oportunidad de tener una experiencia similar o incluso aún más iluminadora. Resulta ser que en los sanitarios existe este mueble llamado bidet cuyo fin es el de limpiar el ano o la vulva , según sea el caso, con un chorro de agua. Para usarlo hay que sentarse y colocar el área que se desea asear frente al chorro. Ahora la parte divertida de esta experiencia es que para hacer una limpieza adecuada en la parte del ano se debe limpiar con la mano acompañada de jabón. Recuerda que nada de jabones en el área de la vulva.

Para una mexicana que creció con las ideas que dije al inicio el poder usar el bidet de manera adecuada me llevo algún tiempo, no fue fácil, pero debo decir que el nivel de conveniencia en el uso fue mucho mayor de lo que esperaba. Al usar el chorro de agua primeramente se reducía el uso de papel sanitario que se limitaba únicamente para secar, obviamente al no haber restos fecales en el espacio del baño no habían olores desagradables, el uso y limpieza de la copa menstrual era mucho más fácil, por supuesto el nivel de conocimiento y aceptación de mi corporalidad se vio mejorado y mi cuerpo agradeció el suave tacto del agua al seco y áspero papel en ambas zonas de limpieza.

Sé que la idea de tocarse y limpiarse el área del ano resulta muy aterradora, pero no deberíamos tenerle miedo a nuestra cuerpa. A ninguna parte, nuestra cuerpa es lo que nos permite ser y estar en el mundo y debemos cuidarla y apreciarla. ¿Te animarías a usar un bidet? ¿Crees que es un tabo demasiado grande?

Yarely Bracamontes Cetina